BIENVENIDOS A DISIENTO. EL BLOG DE DAMIAN MONTAÑO

Algo hay de soberbia al tener un blog, es un espacio de exhibición personal abierto a todo mundo. Cierto, y no lo niego. Pero es, a la vez, una posibilidad de expresar ideas, generar debate y reflexión acerca de temas que muchas veces no son abordados como debiera ser (aunque no creo que aquí se pueda en su totalidad) y esta es mi intención.
Espero que a partir de estas lecturas podamos salir, liberarnos, de la enajenación tan en boga, del materialismo, del consumismo, de la virginidad neuronal y podamos ver el otro lado de algunas cosas que consideramos tan normales o que vemos sólo por encimita. En el último de los casos, me conformo con que sea un lugar pa'l chismorreo rico, del que te dan ganas de seguir en él.
Espero que lo disfruten y cooperen haciendo críticas, aportando datos, discrepando. De hecho, de ahí viene el nombre: DISIENTO, no estoy de acuerdo, pero refuto, cuestiono, pienso.
Ojalá y el objetivo se cumpla.

lunes, agosto 28, 2006

Sobre mitos y mitotes III

Continúa el mitote
El día lunes de la semana pasada, salió una nota en la Jornada donde los seguidores de AMLO recriminan a los representantes de la iglesia católica su intromisión en la política nacional. Vamos a ver. Durante muchos años los maestros de AMLO (léase los marxistas) recriminaron a la iglesia ser “el opio del pueblo” pues sólo les prometía un pedazo de cielo a cambio de su sumisión; consideraban, entonces, que la iglesia (la religión) debía desaparecer. Lo malo fue cuando la iglesia católica decidió apoyar a las clases bajas ¡también se le condenó! (Aquí me refiero a la Teología de la Liberación, muy en boga durante los 70’s y parte de los 80’s en buena parte del país y, sobre todo, en Centroamérica) ¡Triste realidad es esta! Mientras este grupo pretenda ser el único en abanderar todas las causas sociales no habrá futuro. Todo lo que no sale de ellos está mal (cualquier parecido con el discurso de Bush, quien dijera antes de la invasión a Irak que el que no estaba con él estaba contra él y a favor de los terroristas, es mera realidad).
Las preguntas surgen ¿debemos dejar a los representantes de la iglesia dar su opinión o no? Supongo que habrá quien diga ¡NO! ¡QUE SE LIMITEN A LO SUYO, LO ESPIRITUAL!, sin embargo, asumir esta actitud para aquellos que creen en Dios, y en Cristo como salvador, el asunto no parece ser tan fácil, ¿por qué? (a riesgo de que me abandonen en la lectura) me atrevo a sugerir una respuesta: tanto la iglesia católica como algunos grupos cristianos coinciden en un punto: no puede haber liberación espiritual si esto no se refleja en una liberación física (y en este sentido entran un montón de cosas: liberarse de los vicios –alcohol, drogas. tabaco-, del consumismo –vivir endeudados de acuerdo a lo que algunos dicen es ya, por sí mismo, una atadura a este mundo que no permite tener comunión con Dios, y liberarse, por supuesto, de la opresión), luego entonces, es una obligación de la iglesia ser un apoyo de la gente para buscar esa liberación. Sino es así, estaría incumpliendo con su papel de liberadora. Entonces, creo yo, para dolor de muchos, la iglesia católica y algunas otras asociaciones religiosas (la diferencia es que las segundas no cuentan con la cobertura de la primera) no va a dejar de hacerlo. Sólo intentan ser congruentes (en la medida de sus humanas, y convenencieras, posibilidades): “conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (pero para conocer la verdad hay que estar informados).
Además, si nos ponemos “más papistas que el papa”, el mismo sistema sale “bailando”. ¿Durante cuánto tiempo no se nos ha vendido el discurso de que la educación DEBE SER LAICA? La realidad es muy diferente. Durante un tiempo fue antirreligiosa (remitámonos a los tiempos que van de Calles a Cárdenas) y durante mucho tiempo fue pro-marxista (yo recuerdo a varios profesores, uno de la primaria y otro de secundaria, entre otros, hablar de las “maravillas” del socialismo cubano), desde los 60’s hasta por ahí de los 80’s. Luego entonces, no les vale salir con baños de pureza. Habrá que ver sus propias vigas antes de hablar de las pajas ajenas.
Los leo después.

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